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Don Francisco Javier Elorza Cavengt,
Embajador de España
en la Federación de Rusia

 

Palabras de bienvenida y presentación

 

Efectivamente para mí es una gran satisfacción estar aquí hoy y pronunciar unas palabras sobre este seminario, que es uno más de la serie, organizados por el Centro de los Estudios Ibéricos del Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias de Rusia conjunto con varias Universidades españolas, en este caso con la Universidad Complutense de Madrid, con la Universidad de Valencia y con UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia).

 

Este tipo de encuentros es muy interesante, porque en Rusia el Instituto de Latinoamérica tiene una larga tradición de estudios sobre la Península Ibérica y sobre el mundo de la Hispanidad y eso evidentemente es importante para las relaciones entre España y Rusia. Somos dos países que, aunque de tamaño muy diferente, y con una historia muy diferente, tenemos unas características parecidas en el sentido de que somos periféricos para la Europa Central y somos países que hemos tenido que adoptar nuestra historia de una manera más autónoma y más independiente que otros europeos, aunque los dos hemos subsistido a las consecuencias de las políticas y las relaciones en el centro de Europa para Rusia con una sangrienta historia, desgraciadamente, de la primera y la segunda guerra mundial. Para España también.

 

Bien, este seminario, por lo que me han explicado doctores Vladímir Davydov y Petr Yákovlev, tiene como principal objetivo ver y analizar cómo ha evolucionado la transición en España y, evidentemente, para la parte rusa, intentar sacar lecciones, aprender de nuestros errores, para poder utilizar nuestros éxitos para su propio proceso político y económico interno.

Yo no voy a explicar lo que ha ocurrido en estas tres décadas. Lo que sí voy a destacar de la manera más breve posible son aquellos elementos de nuestra transición, parándome en el año 1985, que son iguales o diferentes a los rusos, y en las razones, por las cuales pueden ser útiles también para la Federación de Rusia.

 

El primer elemento, que hay que tener en cuenta y que están teniendo en cuenta todos los aquí presentes, que en mis conversaciones con diversos intelectuales rusos y con amigos en la administración del gobierno coincidimos en que la transición española se ha basado en un punto de salida completamente diferente a la rusa, porque la España de la dictadura de Franco permitió una relativamente amplia liberalización económica. Pero no hay que olvidar que en el último año hubo unas condenas a muerte en Burgos. En parte tenía cierta perversión incluso en su fase final. Pero repito que la dictadura del general Franco hizo una profunda transformación económica en España.

 

Al final en España se llegó a la aceptación de los Códigos de la OCDE, de capitales, de inversiones, que transformaron a España y la hicieron de economía de mercado con términos prácticamente igualitarios con el resto de Europa y del mundo occidental, y permitió por ello la creación de una clase media. Esto es un punto muy importante y esencial para explicar la transición con una sintonía de nuestra economía en términos estrictamente de la economía de mercado. El proceso fue doloroso, porque salieron de España tres millones de españoles. Y se trata de un país que tenía para este momento 35-36 millones de habitantes. O sea un 10% de la población tuvo que emigrar para hacer el ajuste entre la producción y los medios y recursos y la oferta. Este proceso duró desde el año 1958 hasta el año 1970. Yo he estado en Francia de embajador, y a Francia habían llegado alrededor de 700 mil españoles. En Alemania esta cifra fue incluso superior, y con el resto de Europa y América Latina totalizó  los tres millones.

 

En segundo lugar se produjo un ajuste también de salarios y, que es muy importante, una enorme movilidad de la mano de obra en España. Los flujos internos en la economía española fueron realmente muy importantes. Las ciudades crecieron enormemente, el campo se ajustó, se pasó a la producción agrícola, que daba el 35%, en comparación con la que hay hoy, que no supera apenas la cifra del 4-5%, según las regiones.

 

Esos procesos se hicieron realmente controlados por el poder político flexible, pero evidentemente es importante que se pudieran hacer y que deparó un crecimiento del bienestar de la economía española, de lo que se llamó “el milagro español”, que consistió ni más ni menos, que en liberar las fuerzas creativas económicas y sociales, que había en España. No fue un éxito de la dictadura, sino, por el contrario, del pueblo español. Yo me acuerdo perfectamente, que en el año 1958 el estado tenía apenas diez embajadas y no tenía dinero para pagar los alquileres. Porque en aquel momento los créditos, que ahora se conceden, no existían. No había sistema crediticio. Los créditos del Banco Mundial, concedidos a España a finales de los años cuarenta totalizaron 30-40 millones de dólares, cifra hoy totalmente mínima.

 

Pues bien, esa es la primera diferencia, que hay con Rusia, teníamos una economía de mercado perfecta, que posibilitó evidentemente la adaptación. Voy a decir también (se lo he dicho a muy poca gente, pero es mi idea más profunda) que el choque petrolífero, que fue tremendo para España, y hubo una implosión de la economía española, una disminución del nivel de renta per cápita. España paso de ser un país, que estaba creciendo 6-7%, a un crecimiento negativo durante tres años con unos efectos devastadores en el sector industrial, con destrucción de empleos en cantidades muy significativas. Ese choque petrolífero que fue mortal para la economía de España, sin embargo, facilitó la transición política, porque la devastación y la situación de crisis era tan grande, tan importante, que eso produjo un sentimiento de que, por encima de todo, el pueblo español tenia que encontrar soluciones de convivencia razonable. Creo que ello fue decisivo para la

transición y para lo que se llamó el consenso de la transición.

 

El segundo factor diferente con Rusia, a mi entender, es que precisamente esta situación catastrófica económica forzó a todas las fuerzas políticas a concluir acuerdos, en primer lugar de la constitución, con todos los partidos políticos, inclusos los prohibidos, como el partido comunista, como es sabido. Participaron los comunistas también, y la constitución fue una obra de todos.

 

Pero otro elemento muy importante fueron unos acuerdos y pactos de Moncloa, que implicaron un consenso en materia del diseño y de la estructura socio-económica del país. Eso, aparentemente es fácil de decir, pero es muy difícil de hacer en una sociedad competitiva y donde hay opciones. Los pactos de Moncloa incluyeron documentos muy importantes, que cubrían todos los sectores económicos. Lo más importante fue que temas absolutamente difíciles para cualquier sociedad como es el tema fiscal, fueron acordados con una rapidez y una prontitud realmente envidiable.

 

Me voy a centrar a este asunto, porque creo que es la actualidad en Rusia. Aquí, en Rusia (para los españoles que están aquí, para que lo sepan) hay una tasa, un tipo único del impuesto sobre la renta del 13%  que Reagan ni lo ha soñado en sus mejores noches. Hace unas semanas se ha eliminado el impuesto de sucesiones.

 En España la evolución fue la contraria (por razones históricas comprensibles, por que en Rusia este tema fue muy social y muy protector de la persona, pero en España el camino fue contrario). Pasamos de tener una seguridad social muy limitada, con exclusiones tan importantes como los agricultores a una seguridad social universal que se adoptó después de la muerte de Franco.

 

Eso fue posible no solamente por el desplome de la economía española y por el consenso político, que había en aquel momento, sino también porque el primer presidente electo de la transición española Adolfo Suárez encargó una cartera de economía y hacienda a una persona socialdemócrata, que posteriormente pasaría a las filas del Partido Socialista, Fernández Ordóñez. Tenía ideas muy claras de que había que conseguir un sistema fiscalmente justo, equitativo, muy progresivo para dar recursos al Estado para que pudiera financiar una economía de bienestar, que siempre es cara.

 

Hay que decir que España no tiene petróleo, no tiene gas, no tiene recursos de materias primas, y de por tanto había que tener esa clase media, ese empresarial, que en aquel momento era apropiado a lo que existía en España. Fernández Ordóñez adoptó el modelo fiscal más progresivo, que había en aquellos momentos en el mundo con un tipo marginal del 56% (no del 13%, sino del 56%) y combinado con impuestos al patrimonio (España es uno de los pocos países del mundo, que tiene impuesto sobre patrimonio) combinado con este impuesto obliga a pagar hasta el 70% de la renta.

La pregunta que todos me hacían es cómo era posible, que una clase media, que no había pagado impuestos, acordara pagar impuestos. Bueno, esa pregunta tiene una contestación: sí, la clase media aceptó pagar (no sólo pagaba, sino aceptó pagar), estos impuestos fueron como precio a pagar por una normalización del país. Ese fue el motivo, por el cual se aceptó pagar esos impuestos. Se comprendió que el modelo tenía que ser diferente, que tenía que haber un cambio no solamente para financiar al Estado, sino para un Estado de bienestar, que era una noción nueva, que estaba encima de la mesa, y que además no chocaba con los grandes dictados de la dictadura, que no lo había conseguido ni había introducido elementos más normales en un Estado de bienestar social occidental. Este fue por tanto un factor clave para asentar las bases de la transición.

 

Lo importante era demostrar que la democracia era real. Esto se cumplió el 1 de enero de 1982, cuando Felipe González, ganó las elecciones con mano limpia y gobernó 14 años.

Y el segundo momento fue con la derecha, no centro, sino con la derecha, cuando Aznar, el presidente Aznar, que ascendió al poder en el año 1996, terminando la transición, demostró que también la derecha podía gobernar y podía respetar las reglas, lo que hasta este momento no era seguro.

 

Bien, la transición eficientemente acaba allí, acaba cuando después del golpe de Tejero  (no sólo en Rusia ha habido turbulencias anticonstitucionales, también esas turbulencias se han producido en Madrid).

El momento, que yo calificaría de decisivo de la transición, fue cuando España firmó el Tratado con la Comunión Europea.  Debo decir, que el régimen de Franco tuvo un éxito muy importante, cuando en el año 1970 se firmó un acuerdo de preferencia comercial, que en realidad era un regalo al régimen, porque permitió desarrollar la economía española, permitió a España tener un superávit comercial.  Cuando se firma el Tratado con la Comunidad Europea pasamos de tener un superávit del 1,7% en la balanza corriente del producto nacional bruto a tener un déficit del 3,7%, porque la industria estaba muy protegida. Permitió a la economía española normalizarse, la economía española pudo prosperar.

No seré mucho más largo, simplemente les voy a dar un dato: en el momento en el que España entra en la Comunidad Europea tenía un 73% de la renta per cápita media. Hoy día tenemos un 94%. Un crecimiento de 20 puntos.

Hoy en día España tiene 19 mil millones euros de renta per capita, y somos la octava potencia del mundo en términos de PNB. Con lo cual se demuestra una vez que mucho más importante es  tener un buen sistema político, económico y social, que permita a los hombres y a la sociedad generar su propio desarrollo, que tener los recursos del petróleo.

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